UNA PROLIJA PUESTA EN ESCENA
Paco Inestrosa LA OPINION DE MALAGA 9/02/2010
Paco Inestrosa LA OPINION DE MALAGA 9/02/2010
El XXVII Festival de Teatro de Málaga ofreció en el Teatro Cervantes “Metrópolis”, adaptación de la película del mismo título y que a comienzos del siglo pasado filmara Frtiz Lang. La compañía Teatro Che y Moche junto al Centro Dramático de Aragón coproducen este espectáculo de impecable factura. Una recreación del mundo expresionista que, necesariamente y a falta de sonido, utilizaban los creadores cinematográficos para transmitir las historias, y que luego influyó en estilos teatrales, domina literalmente la puesta en escena.
El trabajo de ambientación, en el que se utilizan elementos milagrosamente simples, una pantalla sobre la que proyectar los carteles escritos con los textos, y tras el cual se trasluce toda la acción, unida una iluminación excelente, apenas algún decorado y una rampa, centran la atención en el logrado trabajo de reproducción cinematográfica de los actores y bailarines. Realmente lo más sorprendente de este espectáculo es precisamente su simplicidad –que no su sencillez-, y cómo logra aunar todos los elementos teatrales para transmitir la sensación de grandiosidad.
Hay una visión externa que ha tenido muy claro el objetivo a la hora de reproducir las sensaciones que en su momento debió ofrecer la misma en la gran pantalla a los espectadores de la época. No cabe duda de que el trabajo gestual conseguido por los actores es excelente, milimétrico, casi de fotograma y que las coreografías añadidas acompañan perfectamente ala ambientación, sugiriendo entre ambos con verosimilitud todos los pormenores y rasgo históricos de la novela y película, incluso de la estética y el pensamiento de una época y una corriente cultural.
La creación musical que acompaña todo el tiempo la representación –eso sí de autor contemporáneo-, potencia en gran parte esa sensación grandilocuente y tremendista de la escena, en una composición muy bella por otra parte.
Es finalmente un prolijo trabajo teatral, que nos reconstruye las perdidas salas cinematográficas de gran aforo y enorme pantalla del pasado, a la que se une la posibilidad, tan en boga hoy, de disfrutar de las tres dimensiones y el directo. Un resultado para admirar y disfrutar sensorialmente que, tal vez demasiado centrado en la exposición estética, deja sin contenido parte del mensaje original. También es cierto que, dentro de la programación del festival, se alzará con la fortuna de ser una de las propuestas más interesante y más aclamadas por los espectadores asistentes al único día de función.
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